sábado, 15 de octubre de 2011

El hombre de las ciudades

"Todo reino dividido contra sí mismo, queda asolado.
Toda ciudad dividida contra sí misma ha llegado a su fin: no podrá subsistir.
Para saquear una casa es necesario antes atar (o distraer) a su propietario."
(Mateo 12, 25-29; Marcos 3, 24-27 y Lucas 11, 17-22)

"Fac et excusa. Si fecisti, nega. Divide et impera"
(Inmanuel Kant, Zum ewigen Frieden. 1795)

"En toda organización la gente tiene tendencia a formar subgrupos de interés mutuo.
Si estos subgrupos no se controlan debidamente,
pueden acabar amenazando la supervivencia de la organización.
La solución a esta amenaza consiste en crear un sistema en el que los miembros
tengan más que ganar complaciendo al dirigente que formando grupos de poder.
La estrategia dede incluir un mecanismo de rotación de venerables.
Aunque sea lógico pensar que lo práctico es mantener a la cabeza un favorito leal,
lo cierto es que es mucho mejor hacer rotar a las estrellas,
haciendo que cada poco tiempo caiga una y justificando este sistema
como una forma saludable de democracia interna que renueva la sabia y fortalece al árbol.
Sobre todo hay que impedir mediante el secreto
que las bases tengan acceso a toda la información
y que necesiten acudir a su superior jerárquico para obtener aquella que necesiten.
La cabeza de la logia debe ocupar el centro y todo debe fluir hacia él.
No se trata de gestionar todos los detalles.
Se trata más bien de aislar a las bases y, si fuera necesario, llegar incluso a enfrentarlas,
para que en modo alguno establezcan entre sí alianzas que amenacen nuestro control...
Ya lo dijo Julio César: divide y vencerás"
(Albert Pike, The Point within the Circle)


Vivimos una época en la que todo el mundo se esfuerza por demostrar más ingenio que su vecino, por lo que no está de más recordar una de las trolas más eficaces que Sima Qian convirtió en "historia verdadera" y como tal ha perdurado hasta nuestros días: la invención de Sun Tzú.

Tan eficaz fue la trola que no tuvo inconveniente en presumir -haciendo uso magistral del engaño- del engaño como meta-artificio estratégico que ha configurado la "historia" aún vigente de la humanidad:  "La guerra es el arte de engañar. Así, si eres capaz, finge incapacidad; si estás preparado para el combate, finge no estarlo; si te encuentras cerca, finge estar lejos; si te encuentras lejos, finge estar cerca..."


La verdad es que la mentira es un recurso excepcional para decir la verdad. Me atrevería a decir que quizá sea el mejor de todos ellos. Los que han diseñado e mundo tal y como lo conocemos, han seguido a rajatabla estos falsos principios que ellos han tenido por verdaderos, sin darse cuenta (o demasiado tarde quizá para maniobrar hacia atrás) de que ellos mismos eran hábilmente diseñados: El engañador engañado. Mejor dicho, el cuasi-engañador. El único que puede engañar es aquel que conoce realmente la Verdad. De los pocos que se encuentran en esa privilegiada posición sólo hay uno dispuesto (autorizado) a recurrir al engaño y a propiciar el engaño estratégico y sistemático: el Demiurgo, el príncipe del mundo: verdaderamente un mundo como éste se sostiene por el Secreto.



Por ello queremos reivindicar el símbolo y la meditación contemplativa sobre él como vía de acercamiento alternativo a la Verdad. El símbolo toca nuestra más íntima sensibilidad y la despierta. Su belleza nos conmueve porque es intencionalmente inacabada, nos interpela y desafía a completar (cumplir) su sentido, al tiempo que nos hace saber que en modo alguno es arbitraria. Nos reúne. El torno a él somos nuevamente reunidos, sin que quepa posibilidad de artificio, adulteración o desengaño.

El símbolo es eterno, por eso es efímero. Su intemporalidad caduca y se esfuma con la fragilidad con que nuestra precaria atención se retira y vuelve nuevamente sobre él. Sólo admite como llave verdadera el instante que le descifra a cada instante, que le reconoce como mensajero lúcido y pleno. Por ello el Demiurgo requiere el concurso del engaño, necesita para ser eficaz de nuestra distracción.

El símbolo poseé el poder conmovedor de la impermanencia y fugacidad que apreciamos en la intensidad consciente que dejan a su paso las imágenes, sonidos y palabras hermosas que nos depositan brutal y plácidamente en el momento presente, el único en el que podemos estar en verdadera alerta, permanecer auténticamente  centrados y atentos, como secuestrados por esa belleza que sin admitir la posibilidad del más mínimo descuido, se resiste con habilidad a ser apresada, y así nos apresa y pacifica el alma.


La batalla se aproxima. Como siempre, transcurre el interior, en el corazón de cada ser humano. Sólo aquellos que dominen el Arte de la Meditación (que no de la Guerra) contarán con la Virtud necesaria. El clima abarcará la alternancia de oscuridad y claridad, del calor y del frío, y la rotación de las estaciones del Alma. La topografía, el mundo intermedio. No distraerse del mando interior. Disciplina férrea en el actuar sin actuar. Sabes de que hablo. Adelante, sin miedo, que como dijo Cesar al cruzar el Rubicón, (aunque de poco le sirvió la frase cuando acudió "distraído" al Senado en los Idus de Marzo): "Alea jacta est". Que te sirva de lección su ejemplo. Permanece centrado y -por más que intenten captar tu atención los "serviles e inconscientes agentes del Demiurgo"- ¡no te distraigas!.





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